Los años pasan para todos. Es difícil aceptar que te haces mayor, pero una de las maneras más sencillas que tienes para recordar el paso del tiempo es hacer un cálculo de los años que han pasado del estreno de películas míticas. Y cuando hace unos cuantos días, a punto de salir de casa camino a la sala de cine, me di cuenta de que habían pasado casi 40 años del estreno de "Una Nueva Esperanza" y unas dos décadas desde que yo la ví por primera vez, me entró el pánico escénico. Recordé las tremendas decepciones que me había llevado con las tres anteriores películas que considero buenas (Ataque de los Clones aparte), pero muy lejos de ese carácter mítico, aventurero, mágico o cómo se quiera decir que tenía la trilogía original. Ese aura de leyenda que envolvía todo, desde la trama a los personajes, nunca estuvo presente en la nueva trilogía, por mucho CGI y villanos "cool" que quisieran colarnos (en este caso, La Venganza de los Sith aparte). Con este escepticismo y este miedo a la decepción, me sentaba tranquilamente en mi butaca para oír los míticos acordes de la melodía parida por John Williams. 136 minutos después salía a la calle con una sonrisa de oreja a oreja, tremendamente satisfecho de lo que había visto y sentido y comentando unánimamente con mis amigos una cosa: Star Wars ha vuelto.