El Joker es uno de los personajes capaces de definir por sí mismo lo que es "Batman" y, muy probablemente, el villano que más ha marcado los arquetipos de la iconografía del mundo del cómic. Pese a ello, el Joker es y ha sido siempre el personaje más peculiar y diferente de todos los que han habitado alguna vez dentro de las viñetas y un símbolo para DC a la altura de su némesis, Batman. Es quizá el único, o uno de los pocos villanos que no han necesitado tener un lado "bueno" o ambiguo para conectar con los seguidores; pese a toda la brutalidad, locura y despiadada violencia que ha destilado en sus 75 años de vida no son pocos los lectores que están cautivados por este personaje. Un personaje que define el caos convirtiéndose él mismo en ese caos, partiendo desde sus orígenes inciertos a su aparente aleatoriedad motivacional que le lleva a enfrentarse a Batman. Son precisamente estos orígenes los que narra de manera magistral Alan Moore en "La Broma Asesina", una de las mejores novelas gráficas de la historia, tanto por lo que supone en el universo del murciélago y de DC, como por su influencia posterior a varios niveles en el mundo del cómic y otras muchas artes.
En 1988 se publicaba "La Broma Asesina" (Batman: The Killing Joke") de la mano del afamado guionista Alan Moore (que venía de cosechar un enorme éxito tras "Watchmen" en 1987) y el dibujante Brian Bolland, un relato autoconclusivo que pretendía poner como eje central la relación tan peculiar que compartía el hombre murciélago con su mayor enemigo, el Joker. Como ya digo, el mundo del cómic de superhéroes de finales de los 80 se hallaba en plena ebullición, tras el golpe en la mesa que supuso el "Watchmen" de Moore y, centrándonos en el universo de Batman, la genial génesis del vigilante de Gotham que Frank Miller se sacó de la chistera junto a Mazzucchelli en "Año Uno" (marzo-junio 1987), en una de las primeras miniseries dentro de una serie que se gestaron en la época. La llegada de "La Broma Asesina" terminó de desbaratar la mística del cómic de superhéroes, redefiniendo sus bases y su contenido y asegurando su éxito en las futuras décadas. Esta obra, que fue repudiada por el propio Alan Moore por no sentirse satisfecho con su acabado narrativo, es en apariencia un relato más de Batman en su eterna lucha con su archienemigo, pero a la postre, debido a las lecturas que se extraen del relato, a lo crudo de su historia y al impacto que tiene para la historia y mitología del personaje, se convirtió en uno de los relatos más influyentes del mismo. Un relato vital para la continuidad del universo DC y que además se convierte en manos de Moore en toda una alegoría con una fuerte carga metafórica y llena de simbolismo sobre el género superheróico, un tipo de cómic denostado por el mismo Moore, como ya dejaba patente en la visión que se puede extraer del mismo en "Watchmen".
La sinopsis de "La Broma Asesina" comienza como suele ser tradicional en todas las aventuras del murciélago: con el Joker logrando escapar del Asilo Arkham. Logicamente, Batman se apresura en localizar y tratar de detener al Príncipe Payaso del crimen, pero este tiene un plan maestro listo para ponerse en marcha tras su huida. Un plan que podría acabar de una tacada con todos sus enemigos de Gotham y a la vez legitimar, en cierto modo, su comportamiendo. El Joker pretende demostrar que cualquier persona, independientemente de sus valores morales o sus ideales, tan solo necesita un mal día para perder la cabeza, y para corroborar su tesis ha elegido al hombre más íntegro y cuerdo de Gotham: el comisario Jim Gordon.
Alan Moore es un genio a la hora de elaborar un guión por su incapacidad de llevar a cabo un proyecto sin darlo todo y cuidar cada pequeño elemento, incluso en un mero relato autoconclusivo. Además de su cuidada y elaborada narrativa y la habilidad para reformular viejas tendencias del cómic clásico, Moore posee dos cualidades que le permiten estar, o le permitieron, varios escalones por delante de los autores de su generación. Por un lado, el conocimiento histórico y teórico que posee del género y su habilidad para hilarlo todo en base a sus posibilidades metafóricas; y por otro, su capacidad y facilidad para plasmar conceptos, arquetipos o ideas intrínsecas a través de su prosa pero siempre teniendo en cuenta y adaptándolas a las habilidades de los dibujantes, cuyas cualidades ha sabido explotar y realzar en beneficio de la propia historia. Ambas cualidades son notorias tanto en "Watchmen" con Dave Gibbons, como en "V de Vendetta" con David Lloyd y, con una mayor acusación por la complejidad de la trama y lo peculiar de la viñeta, en "From Hell" con Eddie Campbell. Pero es con Bollard en "La Broma Asesina", y precisamente por la sencillez y concisión argumental y estructural, donde la habilidad del guionista se aprecia de forma más acusada y natural.
En "La Broma Asesina" tenemos como eje del conflicto el enfrentamiento entre Batman y el Joker, dos representaciones físicas del Bien y el Mal en su sentido más puro. Más allás de las enormes repercusiones que tiene la obra en la continuidad y desarrollo de personajes, Moore nos permite acceder a través de su narrativa a un plano más dentro de esta lucha, que se convierte en un vehículo interpretacional que se convierte en un juego de metaficción y deconstrucción de lo que se supone que es un cómic de superhérores tradicional. En ningún momento se verá alterado el número de elementos o de interacciones que se dan entre sí habitualmente en este tipo de obra, pero sí podemos observar un cambio de roles a nivel simbólico y casi filosófico. En este sentido se puede establecer un evidente paralelismo entre esta obra y "Watchmen", aunque a un nivel más comprimido. Tanto a nivel narrativo, con esa introducción de elementos metalingüisticos y alegóricos en un género que no los utilizaba, como a nivel estético, con el uso de las reminiscencias simétricas. En ese aspecto es donde más destaco el valor de Moore a la hora de ser capaz de usar sus habilidades narrativas y aunarlas al esfuerzo del dibujante para conseguir mejorar la historia y hacerla más atractiva a nivel argumental y artístico. Sin entrar en demasiados spoilers, "La Broma Asesina" es un relato que sirve también para narrar los orígenes (ciertos o inciertos) del Joker y su conversión en la atormentada y perturbada criatura que es ahora. Todo esto nos es narrado a través de flashbacks que utilizan el blanco y negro (únicas páginas en esa tonalidad). No obstante, según avanzamos en la trama y en la locura del Joker, observamos como un tono rojo va adquiriendo más y más intensidad en elementos aparentemente casuales de las escenas. Una guía visual para adentrarnos en la psique del personaje que tiene su punto culminante en las páginas centrales, cuando la monocromía se rompe para mostrarnos al Joker con sus colores característicos. Ello va acompañando de las reminiscencias simétricas de las que hablaba antes, basadas en que el cómic mantiene una perfecta simetría entre las viñetas iniciales y las finales (mismo número y disposición de las mismas en los lados opuestos del libreto), pero esta simetría se va rompiendo a medida que te acercas a la página central. Una metáfora visual de la pérdida de cordura que resulta magistral.
"La Broma Asesina" también se ve repleta de juegos visuales, guiños y dualidades que dejan patente el profundo conocimiento de los autores acerca del personaje y su mitología. Se convierte así en una obra excelente que resume todos los aspectos, tipos y detalles que han caracterizado desde su génesis a Batman y su universo, y que le han servido para convertirse en el icono atemporal que es hoy día. Todo ello adaptado al estilo personal de ambos autores. Esta característica es la que permite a "La Broma Asesina" seguir funcionando a todos los niveles hoy en día, hecho que se ha perdido en cierta manera con obras como "Watchmen". En este aspecto juega un papel fundamental el relato de los inicios del Joker del que hablaba antes y la habilidad de Moore como maestro del engaño. En 1988 el origen del Joker era un tema que jamás se había abordado en los cómics de Batman, por lo que Moore se arriesga a la hora de atreverse a ser el primero pero para ello juega con el lector: nos pone en los labios un relato muy plausible del origen y que casa perfectamente cono la psicología del personaje dentro de su obra, para luego manipular al payaso y obligarle a reconocer no estar completamente seguro sobre esos recuerdos. La frase "puestos a tener un pasado, mejor tener varios entre los que elegir" que el Joker le espeta a Batman en las páginas de Moore y Bolland define perfectamente al personaje.
Como he dicho anteriormente, esta novela gráfica ha dejado una huella
profunda en materia de influencia en muchas obras posteriores, tanto en
el mundo de la viñeta como en la gran pantalla. Los Joker's de Burton
(Jack Nicholson, 1989) y Nolan (Heath Ledger, 2008) beben directamente de la construcción y la psique
que crearon Moore y Bolland tanto a nivel estético como motivacional
para el personaje y ambos toman esa manera de ser del payaso (sobre todo el del malogrado Ledger). Esto también es aplicable a nivel estético, ya que el Joker representado por Bolland es quizá el más característico de los que habitan en el imaginario colectivo. Un Joker que representa no solo con sus actos, sino también fisicamente, el caos, lo grotesco y lo malsano. En todo momento sus apariciones nos hacen sentir temerosos, desconcertados, merced a su diseño y al ritmo oligofrénico que el dibujante le imprime con su juego de colores y sombras.
Volviendo al cómic, antes hablaba de la simetría a nivel visual que tiene la obra, simetría que se traslada a la trama y que nos ayuda a comprender el nivel metafórico de la obra. "La Broma Asesina" comienza igual que termina, con la lluvia golpeando el frío suelo de Gotham y creando ondas a su alrededor, creando para la concepción de la historia un bucle perfectamente delimitado, pero con un significado diametralmente opuesto. Para encontrar sentido a esta alegoría tenemos que entrar a analizar la relación de los dos protagonistas, Batman y el Joker, que son dos caras de la misma moneda obligados a vivir en constante interacción, pero convertidos en respuestas físicas totalmente opuestas al dolor, la pérdida y la tragedia. A nivel metafórico, "La Broma Asesina" pone por primera vez sobre la mesa un tema que ya forma parte de la mitología del personaje: que Batman y el Joker son realmente dos entidades iguales que han respondido de una manera distinta a las pruebas que les ha puesto la vida por delante. Así se explica el hecho de que ambos se necesiten para no olvidar en aquello en lo que no quieren convertirse y tener una razón para no hacerlo.
Todo ello hace que la trama nos hable en realidad del círculo vicioso en el que se ven obligados a entrar constantemente ambos personajes, e intentan constantemente salirse de esos roles. Esto se ve perfectamente reflejado en "La Broma Asesina", donde ambos llevan a cabo un desesperado plan para poder poner punto y final a su antagonismo. Para ello, Batman y el Joker tratan de salirse de su propia función y negar la propia esencia del género superheróico, usando los elementos tradicionales pero alterados. Vemos así como el Joker lleva a cabo un plan para probar su teoría y racionalizar su locura para encontrar el motivo de lo absurdo de su situación; y a Batman intentando por todos los medios comprenderle y llegar a un acuerdo de paz con su enemigo más irreconciliable. El famoso chiste con el que Moore cierra la novela hace referencia precisamente a eso: Batman y Joker son dos tipos en un manicomio viviendo una locura de la que desesperadamente tratan de escapar pero no pueden hacerlo porque no tienen poder sobre ella. Una broma que se torna en ironía en el final del cómic cuando ambos personajes rompen la cuarta pared y ríen juntos, casi como amigos, al asumir su condición de personajes de cómic y aludiendo de manera satírica a la lucha sin sentido que deben protagonizar. El héroe necesita al villano y el villano al héroe y Bolland ejerce de maestro de ceremonias para, cuando ambos personajes han entendido su cometido, utilizar la simetría para volver todo al punto de partida.
De este modo, y siguiendo este razonamiento, la obra supone la prueba definitiva para ambos de que forman parte de un juego del que nunca podrán salir. Y ese resulta ser el verdadero plan del Joker, escondido por Moore en forma de un relato tradicional de Batman. Pese a ello Moore nos da pistas constantemente de todo ello: el comisario jamás se volverá loco porque es el arquetipo de la integridad, la pistola con la que dispara a Batman es de broma... Y en sentido inverso ocurre lo mismo, ya que Batman utiliza como pretexto su código moral para no matar al Joker, un código que pierde totalmente el sentido en esta obra si tenemos en cuenta la crudeza y cotas de violencia que alcanza en muchas de las situaciones. Cabe mencionar aquí la brutalidad con la que Moore relata la transformación de Barbara Gordon en Oráculo como pieza principal del maquiavélico plan del Joker. Una violencia más mental que explícita y que Bolland sabe mostrar el lector de manera desnuda y sin eufemismos.
En definitiva, "La Broma Asesina" es la novela gráfica que más importancia y calidad tiene en el universo de Batman. Desde las repercusiones en la continuidad, al enorme trabajo y respeto por los clásicos que le
preceden (utilizando historias de época para narrar el orígen del Joker
(Capucha Roja, 1951) o la adaptación del diseño de Batman en los
flashbacks a su atuendo clásico...), la obra de Moore y Bolland es un imprescindible para todo fan del murciélago que se precie. Si a todo ello le añadimos la calidad argumental y la capacidad de Moore para conseguir que una sola obra se convierta en dos (la superheróica por un lado; la metafísica por otro) y el genial trabajo que realiza con Bolland en materia de conjunción artística y narrativa, "La Broma Asesina" se convierte en una obra de arte. No se me ocurre nada que pueda hacer que un amante de los cómics no se interese por este relato de la locura que se ha convertido en un icono atemporal y que ha situado al Joker en el Olimpo de los villanos históricos. Así que, como desde la misma portada nos recomienda el Príncipe Payaso, simplemente sentaos, abrid el cómic y... ¡Sonreid!
Lo mejor: El trabajo de Moore y Bolland tanto en lo narrativo como en lo artístico y la maestría a la hora de conjugar ambos planos. El Joker, en todos sus aspectos. La profundidad y complejidad del relato al analizarlo a fondo.
Lo peor: Nada, salvo que no te gusten los cómics.
Puntuación:
Historia: 9,75
Personajes: 10
Estilo Narrativo: 9,5
Dibujo: 9
NOTA MEDIA: 9,6
R.Betta
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